Les comparto mi artículo en el Diario Perfil del 28.08.21 sobre los alcances de la Teoría Monetaria Moderna en la gestión de gobierno.
La Teoría Monetaria Moderna (difundida como MMT en idioma inglés) se ha convertido en la corriente, tendencia o mainstream económico que es estudiada y aceptada cada vez más por una amplia mayoría en el ámbito académico internacional. Afirma que el Estado que posee soberanía monetaria se constituye en el proveedor monopolista de su moneda y puede, por ende, emitir para financiar sus gastos, para comprar bienes, cumplir con pagos exigidos, y proporcionar fondos para las transferencias y subsidios a distintos sectores demandantes de ingresos. En esta teoría, se denomina “transacción vertical” a todas las realizadas por el sector público –constituido por los Tesoros y el Banco Central– por un lado, y por el sector no público (no gubernamental), sea nacional o del exterior, comercial o sin fines de lucro, empresas o particulares, por el otro, en una relación de pares binarios opuestos, antagónicos.
Es interesante resaltar que esta teoría aconseja mantener una situación de déficit presupuestarios persistentes, casi permanentes, para así lograr un crecimiento económico sostenido en el tiempo, al trasladar capital público al ahorro privado. Aunque el financiamiento del erario es por la vía de la emisión monetaria, les asigna a los impuestos la importante función de evitar la inflación al detraer circulante del mercado financiero. Solo en el caso de expansión o auge del ciclo económico, frente a una situación de inflación clásica, se debe reducir el déficit público, aplicando políticas de superávit fiscal.
La Teoría Monetaria Moderna se ha ido desarrollando desde los inicios del siglo XXI; incluso algunos autores encuentran su fundamento en algunas ideas de 1930 del británico John Maynard Keynes, del economista alemán Georg Knapp de 1905, e incluso del escocés John Law en 1705. Sin embargo, esta teoría ha cobrado impulso a partir de las obras de los economistas de la Universidad de Missouri, Kansas City, entre quienes se encuentra Stephanie Kelton –ex asesora económica del precandidato demócrata Bernie Sanders– con su best seller El mito del déficit, publicado el pasado 2020. Este libro contiene el sugerente subtítulo “La Teoría Monetaria Moderna y el nacimiento de la economía de la gente”. La demócrata Alexandria Ocasio-Cortez utilizó en 2019 la TMM para la defensa del Green New Deal y su plan de políticas públicas frente al cambio climático y la reducción de la desigualdad económica. Recientemente, en junio de 2021, John Allan Yarmuth, congresista por Kentucky, presidente de Comité de Presupuesto del Congreso estadounidense, concedió una entrevista televisiva para C-Span, en donde su solicitud de presupuesto para el año fiscal 2022 se anclaba en argumentos propios de la TMM, manifestando “… podemos permitirlo porque determinamos cuánto dinero hay en el sistema… emitimos nuestra propia moneda y podemos gastar suficiente para satisfacer las necesidades del pueblo americano…”. En Argentina, la diputada Fernanda Vallejos defendió en 2019 la financiación del gasto público por emisión monetaria, junto a Mercedes Marcó del Pont. En junio de 2021, el senador Martín Lousteau tuiteó sobre el libro de Stephanie Kelton y su “nueva perspectiva”, con reenfoques y restricciones “reales”. Las olas del mainstream de la TMM han llegado a las costas de la economía argentina.
Las tasas de inflación se han mantenido en niveles muy altos durante los últimos cuatro años. Frente a este flagelo, en enero de 2021, el Banco Central de la República Argentina, al analizar los determinantes de la inflación, explica este fenómeno como resultado de un conflicto por la distribución del ingreso. En el Informe de Política Monetaria de febrero de 2021, destaca el precio internacional de las materias primas; en el Informe de mayo, el BCRA incorpora a la inflación la presión del sector de comercialización minorista y el avance de los acuerdos paritarios, y en el reciente Informe de agosto, contextualiza el accionar de los “bancos centrales de las economías avanzadas” con implicancias negativas para los países emergentes. Es muy significativo que, a los fundamentos multicausales informados anteriormente, no se incorporen ni se haga mención a los resultantes por la aplicación de la teoría cuantitativa del dinero, con el agravante de una moneda en permanente devaluación, y la caída de la actividad productiva, en un contexto pandémico, con fuertes restricciones, y controles de precios y del mercado cambiario.
Debemos destacar que podemos encontrar críticos de la TMM, entre ellos, al economista y premio Nobel Paul Krugman, quien marca la incorrección de desconocer el problema del déficit fiscal. Otros resaltan cuál es el verdadero alcance del concepto de soberanía monetaria, siendo únicamente válido para aquellos países que no tienen restricciones para crear oferta monetaria. En este sentido, tanto los miembros de la Unión Europea y la Argentina presentan estas restricciones, quedando excluidos de la mencionada soberanía. Asimismo, unos aspectos teóricos son objeto aún de análisis, como por ejemplo, la postura de economistas españoles que resaltan que “… la ejecución del gasto público es equivalente a un acto de creación de dinero…”; incluso se omite la directriz de política de tasa de interés cero, del economista estadounidense Warren Mosler, autor del documento “Economía de la moneda blanda”, en 1993, considerado usualmente como el punto de partida de la TMM actual.
A lo largo de la historia, distintos gobernantes han utilizado diversas teorías como sustento a políticas públicas llevadas adelante, por intereses políticos propios y/o del sector que representan. Podemos encontrar varios ejemplos, como la defensa del aumento del gasto público en forma exponencial, durante la década de 1960, en EE.UU., bajo la concepción de la reactivación económica keynesiana dentro del estado de bienestar, para justificar el alto déficit presupuestario por la carrera espacial y la guerra de Vietnam, entre otros objetivos. Otro ejemplo es la utilización de la teoría monetaria ortodoxa como fundamento de la finalización de las políticas sociales en EE.UU., de las privatizaciones y despidos del thatcherismo en Gran Bretaña, y otras formas de darwinismo social, impuestas por la elite gobernante. En la actualidad, diversos funcionarios políticos han defendido la incorporación de naciones latinoamericanas a la nueva ruta de la seda china, fundamentándose en las interrelaciones propias del Tercer Mundo y/o de una relación sur–sur, desconociendo la defensa de la globalización y del libre comercio, proclamado en el discurso del presidente chino Xi Jinping en el Foro Económico Mundial de Davos en 2017, en contra del proteccionismo de la administración Trump.
En este contexto, la Teoría Monetaria Moderna podría servir de justificación para desconocer límites al gasto público, al déficit fiscal, con las consecuentes crisis cambiarias, fiscales, y socioeconómicas, que pudieran sobrevenir en naciones donde usualmente los egresos públicos persiguen fines electoralistas y/o son la base de una estructura de corrupción retroalimentada tenazmente por diversos actores sociales.
Publicada en Perfil el 28 de agosto de 2021.-