El modelo de moneda que predomina actualmente en el mundo es el dinero fiduciario, que está respaldado en la fe o confianza de una sociedad, basada en la riqueza supuesta de la comunidad emisora de la moneda, como por ejemplo, el dólar estadounidense, el euro y la libra esterlina.
La influencia de la idea del dinero mercancía, con valor en sí mismo por las propiedades intrínsecas de un determinado bien, tales como el oro, la plata, el cobre e incluso la sal, sostuvo la aplicación del respaldo y convertibilidad del papel moneda en metal precioso. El abandono occidental del patrón oro por los Acuerdos de Bretton Woods, y la posterior salida de la convertibilidad del dólar dispuesta por Nixon, derogó la vigencia del dinero mercancía. Hoy el valor de un billete está dado por la autoridad monetaria que lo emitió y que goza de confianza entre los sujetos que lo aceptan.
En el contexto de la Gran Recesión mundial, iniciada en EE.UU. con la crisis financiera que socavó la base de sustentación de confianza en el sistema económico vigente, en 2008 Satoshi Nakamoto publicó un artículo de investigación donde explicaba los fundamentos del Bitcoin, una nueva moneda digital basada en un software de código abierto y la tecnología P2P, la cual trabaja en forma de una serie de nodos que se comportan como iguales entre sí, en donde las computadoras conectadas a esa red interactúan al mismo tiempo como clientes y servidores (Napster fue la primera aplicación masiva que inauguró la red Peer to Peer).
Lo que atrae del mercado de las criptomonedas para muchos de sus usuarios es la falta de control centralizado o de regulación por parte de un ente gubernamental o de una institución bancaria. En su lugar, depende de una tecnología denominada Blockchain o “cadena de bloques” para realizar y garantizar las transacciones. Wallet es la cartera digital donde guardamos nuestro dinero virtual. Aunque cada moneda tiene su propio software que nos permite descargar en nuestro hardware, con protocolos de seguridad y bajo nuestra responsabilidad, existen carteras online que permiten hacer intercambios de monedas con otros usuarios en el creciente mercado de valores de moneda digital.
El año pasado los reguladores financieros en China vetaron estas plataformas, por considerarlas ilegales, provocando un cryptocollapse por el desplome de casi un tercio del valor del Bitcoin y de Ethereum, otra moneda virtual. En 2018 la U.S. Securities and Exchange Comisión prometió regulaciones muy específicas. Los grupos financieros Lloyds Banking Groups, JP Morgan Chase, Bank of America y el Citigroup prohibieron el uso de tarjetas de crédito para la compra de Bitcoins. Distintos ganadores del Premio Nobel y prestigiosos académicos de Economía alertan sobre el lavado de activos y el posible fraude fiscal. Sin embargo, a pesar del escenario descripto, el crecimiento de las criptomonedas en volumen y precio es sostenido y significa un reto para la actual estructura financiera de los mercados bursátiles y de divisas.
La paradoja del valor (también conocida como la paradoja del diamante y el agua) es una singularidad, una aparente contradicción dentro de la economía clásica sobre el valor económico que indica que los diamantes tienen un precio más alto en el mercado a pesar de la utilidad vital del agua. La Teoría Subjetiva del valor propone que el valor de un bien no tiene que ver con las propiedades intrínsecas del bien, sino con las actitudes de las personas hacia el bien. En este caso, las personas no demandan un suministro particular de agua aunque sea una necesidad si existen fuentes alternativas suficientes. En cambio, en el desierto, donde existen pocas fuentes, el valor de una cantidad particular de agua aumenta. El valor económico de un bien depende de las circunstancias. Las criptomonedas satisfacen a aquellos actores que demandan un mercado financiero aparentemente desregulado y versátil.
Debemos destacar que el dinero fiduciario se utiliza como unidad de cuenta, medio de cambio y reserva de valor. Los estados soberanos se han reservado su emisión como herramienta de política monetaria y como estandarte del poder público estatal en el ámbito de las relaciones internacionales. En el presente, el entramado de las fuerzas políticas, sociales y económicas estatales rechazan el intercambio entre naciones de estas monedas virtuales, reservando a las criptomonedas el rol de medio de pago secundario en mercados internacionales digitales, donde tokens, blockchain, vanguardias tecnológicas y lenguajes encriptados configuran el escenario adecuado para la era digital en curso, en donde la única seguridad de la compra de criptomonedas como reserva de valor es la confianza en la empresa emisora y en el software y protocolos de protección informática.
Publicada en Último Cable