Podremos alcanzar una verdadera, estable y sostenida recuperación económica, si tenemos en cuenta las relaciones económicas, la problemática social y las situaciones coyunturales y estructurales de nuestro país, en un explanandum conjunto, que nos permita consensuar y/o acordar políticas de corto y mediano plazo.
El BCRA mantiene estable la Tasa de Política Monetaria (TPM) desde el pasado 7 de noviembre, cuando la elevó del 27,75 % al 28,75 %. Desde 2017, la tasa de referencia de la política monetaria es el centro del corredor de pases en pesos (por operaciones de venta y recompra de títulos entre el Banco Central y los distintos bancos), entre las tasas activas y pasivas, a siete días de plazo, comunicándose semanalmente.
¿Cuál es la finalidad del BCRA al fijarla?
La TPM es una herramienta que impacta en los instrumentos de Política Monetaria – operaciones de mercado abierto, encajes, discount rate, líneas de crédito. El primer objetivo del Banco Central de la República Argentina – conforme a lo establecido en el artículo 3º de su Carta Orgánica – es “velar por la estabilidad monetaria de la Argentina”, cumpliendo metas propuestas de inflación. Trata de mantener controladas la base monetaria, la presión cambiaria de divisas y las expectativas inflacionarias.
Distintos enfoques teóricos sobre Política Monetaria
Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2008, nos refiere que “La política monetaria es una forma de intervención pública en la economía altamente tecnocrática y en gran medida apolítica”. Los monetaristas, en particular Milton Friedman, rehabilitaron la teoría cuantitativa del dinero e introduciendo el efecto Patinkin, realizaron una fuerte crítica a la tesis de la inefectividad de la política monetaria sostenida por los keynesianos. Ello llevó, posteriormente, a la vertiente acomodaticia, que “resalta la importancia de la tasa de interés y la función del banco central como prestamista de última instancia” dentro del enfoque postkeynesiano, según afirma T. Santos López González.
La ortodoxia monetarista y el caso Japón
Durante la década de 1990, Japón sufrió, según Krugman, “una especie de reproducción a pequeña escala de la Gran Depresión”. Keynes afirmó que, frente a la crisis del ’30, la política monetaria (PM) era ineficaz y que la política presupuestaria es el camino esencial para la recuperación, con un sector público más activo, con obras públicas para promover el empleo y una mayor regulación de la economía en su conjunto.
Influenciados por el mainstream monetarista de la época, el Banco de Japón aumentó la base monetaria, aplicó diversas medidas de PM, pero no logró el efecto deseado. Recién a mediados de la década siguiente, comenzó una recuperación económica en base a la inversión empresarial y el aprovechamiento de las nuevas tecnologías. “Los resultados respaldaban el pesimismo de Keynes y no el optimismo de Friedman”, Krugman dixit.
Brasil y la tesis BRIC
En 2001, el economista británico Jim O’Neill acuñó el nombre para agrupar a los principales mercados emergentes. Hacia fines de 2002, la certeza de la llegada al poder en 2003 de Luiz Inácio «Lula» da Silva “desató una fuga masiva de capitales, una depreciación pronunciada de la moneda nacional respecto del dólar, una muy fuerte suba de las tasas de interés respecto de los préstamos internacionales de Brasil, y finalmente un rebrote de la inflación”, conforme al análisis del profesor Pierre Salama, de la Université de París XIII.
En 2006, los ministros de relaciones exteriores de Brasil, Rusia, India y China se reunieron en Nueva York, comenzando la relación institucional del bloque. Lula finalizó su segundo mandato presidencial el 31.12.2010, con altísima e histórica popularidad, dejando al Brasil como sexta potencia económica mundial por su PBI, según informó en 2011 el Instituto británico Centre for Economics and Business Research (CEBR).
Las políticas monetarias brasileñas…. y algo más
Al asumir, Lula designó al presidente del Bank Boston of USA, Enrique Meirelles, como Presidente del Banco Central do Brasil, y a Antonio Palocci Filho, militante del PT, como Ministro de Hacienda. Se decidió aumentar el superávit presupuestario primario, conforme al enfoque ortodoxo de la economía. Subió considerablemente las tasas de interés reales: en 2002, antes de asumir, se encontraban en el 5,1%, y a partir de 2003, alcanzaron el 11,9%; las mantuvo altas hasta el año 2006 inclusive, para disminuir la tasa de inflación.
Estas medidas tuvieron un costo social importante. La tasa de crecimiento del PBI cayó, pasando del 2,7% en 2002, al 1,2% en 2003. El desempleo aumentó del 11,8% en enero de 2003 al 13,2% en noviembre de ese mismo año 2003.
Los mercados financieros internacionales reaccionaron favorablemente y los capitales volvieron a fluir; disminuyó la inflación, aumentó el saldo positivo de la balanza comercial y el saldo de la cuenta corriente de pagos fue positiva.
Pero no sólo se aplicaron políticas monetarias y presupuestarias ortodoxas.
Pierre Salama nos detalla: “el Estado revivía tímidamente políticas industriales, multiplicaba las tasas de interés preferenciales para los negocios agropecuarios, la vivienda y la industria, y sostenía fuertemente la demanda aumentando significativamente el salario mínimo y el número de beneficiarios del subsidio familiar. Se incrementaba lentamente el gasto público”. La heterodoxia económica aportaba su cosmovisión para solucionar la crisis brasileña.
¿Podemos aplicar estas experiencias económicas en Argentina?
El monetarismo thatcherista en el Reino Unido y las reaganomics en USA se tradujeron en políticas neoliberales en Latinoamérica que profundizaron la desigualdad social, la concentración de la riqueza y la trasnacionalización del capital y de los medios de producción de la región. Volver a estas prácticas económicas, seguramente, provocarían una crisis social, económica y política que vulnerarían la paz social y las instituciones.
La experiencia japonesa refleja la inexactitud, la falta de precisión que suele acarrear la aplicación de prácticas no adecuadas para un determinado contexto socioeconómico vulnerable.
Lula y la experiencia económica en Brasil refleja acabadamente la necesaria complementación de políticas de la ortodoxia y la heterodoxia en la Economía.
Frente al modelo brasileño, hoy en Argentina, aplicamos políticas monetarias ortodoxas, pero el déficit presupuestario se mantiene. La inflación puede decaer levemente en términos de comparación anual simultánea, pero la balanza comercial es deficitaria y el saldo en cuenta corriente registra un importante déficit. Aunque se incrementa el gasto público, no se refleja adecuadamente en el crecimiento de la demanda y el consumo.
Podremos alcanzar una verdadera, estable y sostenida recuperación económica, si tenemos en cuenta las relaciones económicas, la problemática social y las situaciones coyunturales y estructurales de nuestro país, en un explanandum conjunto, que nos permita consensuar y/o acordar políticas de corto y mediano plazo. Se deberán implementar no sólo instrumentos y herramientas de política monetaria, sino también promover políticas y acciones de gobierno que permitan incrementar el nivel socioeconómico de la población, distribuir el ingreso y consolidar la reactivación de los distintos sectores de la actividad económica argentina.
Publicada en Portfolio Personal
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