El gobierno de facto de Uriburu se caracterizó por responder a las demandas del sector agroexportador, asumiendo un carácter elitista, de profunda raíz liberal.
El control del tipo de cambio de la moneda extranjera fue la solución implementada en Argentina en el mes de octubre del año 1931, por el equipo económico del gobierno de José F. Uriburu, integrado por Federico Pinedo, Antonio De Tomaso, Raúl Prebisch, entre otros, frente a la crisis económica y financiera que afectaba a nuestro país. La Gran Depresión occidental, la devaluación de la libra esterlina, la contracción de los mercados internacionales, la disminución de la demanda de materias primas a nivel internacional, sumado a la caída interna de la actividad productiva, la baja de la tasa de ganancias, el descenso del consumo, el crecimiento de la desocupación, y la sensible pérdida de reservas de divisas, era el escenario que contextualizó la decisión de la intervención del Estado en la economía argentina. El gobierno de facto de Uriburu se caracterizó por responder a las demandas del sector agroexportador, asumiendo un carácter elitista, de profunda raíz liberal; pero frente a la crisis nacional y del sector externo, aplicó una serie de medidas intervencionistas, que regulaban, por parte del Estado, la actividad económica argentina. Este instrumento propio de la política económica se sostuvo hasta el año 1958, durante distintas presidencias e ideologías.
Desde el punto de vista técnico, la reforma del control de cambios consistió en el desdoblamiento del mercado cambiario, estableciendo un mercado oficial y un mercado libre. En el oficial, el tipo de cambio era fijado a través de la Comisión de Control, y luego, a partir del año 1936, por el Banco Central. En este mercado debían liquidarse las divisas provenientes de las exportaciones. Quienes necesitaban adquirir moneda extranjera para las importaciones, podían solicitarlo al gobierno o comprarlas a un precio sensiblemente mayor en el mercado libre. Este mercado obtenía las divisas de las exportaciones no regulares, las inversiones directas, y de todas las transacciones comerciales y financieras privadas.
Este instrumento propio de la política económica se sostuvo hasta el año 1958, durante distintas presidencias e ideologías.
Las importaciones no se encontraban limitadas. Sin embargo, el Estado pudo fijar las prioridades en las actividades económicas que consideraba prioritarias, autorizando aquellas importaciones que podían ser incluidas en el mercado oficial, estableciendo el perfil productivo que consideraba necesario para el desarrollo argentino, conforme a su matriz política-ideológica. El control de cambios no fue una medida aislada, sino que fue parte de un esquema desarrollado por el equipo económico mencionado, que incluyó la creación de un Banco Central argentino, la aplicación de políticas monetarias, la regulación del mercado de bienes, y una política fiscal de crecimiento de inversión pública.
Hoy, Argentina presenta una situación de crisis económica y financiera, laboral y social, que alcanza a los distintos sectores sociales, en mayor o menor medida, con el contexto de un mercado internacional restrictivo y con fuertes instrumentos proteccionistas aplicados por distintas potencias mundiales. El tipo de cambio del dólar estadounidense, el volumen de las reservas, el precio de los títulos de deuda pública y privada, son el termómetro sociopolítico que observa la sociedad en su conjunto para la toma de decisiones, el comportamiento frente al ahorro y el consumo, la estabilidad del empleo y el desarrollo de la matriz comercial, el estado de ánimo frente al futuro, que asoma en un escenario de sensible preocupación. Evidentemente, aplicar políticas monetarias por parte del Gobierno es indispensable para evitar mayores crisis sociopolíticas en la coyuntura y reducir la incertidumbre que puede afectar la estructura económica de un Estado.
Publicada en Diario Perfil el 01 de Septiembre de 2019.-
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